viernes, 19 de junio de 2009

LA OBRA



Título de la Obra: Héctor y Andrómaca
Autor: Giorgio de Chirico
Fecha: 1946
Técnica: óleo sobre lienzo
Dimensiones: 82 x 60cm.

DESCRIPCIÓN DE LA IMAGEN

Este lienzo se titula “Héctor y Andrómaca”.
Giorgio de Chirico pinta este lienzo en dos ocasiones. La primera en 1917 y, la segunda en 1945.

En la obra podemos observar dos maniquíes que aparecen de pie y ataviados con ropas similares a los utilizados en la Edad Media, al mismo tiempo que presentan un cierto aspecto futurista. Las figuras no son seres humanos sino que están hechos con formas redondas, cuadradas y ovaladas, que parecen cilindros superpuestos, por lo que nos da una sensación de tridimensionalidad. La aparición de estos personajes sin rostro puede interpretarse como la deshumanización del hombre contemporáneo provocada por la industria que tiende a homogeneizar al hombre.
Ambos se sitúan en un escenario simple y austero donde solo aparecen figuras arquitectónicas. Los dos maniquíes aparecen como abrazados, a pesar de que carezcan de brazos como tal y con apoyos o soportes de sujeción a modo de muletas para poder mantenerse en posición vertical.

A pesar de la ausencia de rostro en los mismos, puede observarse una gran expresividad en el gesto, insinuándose un sentimiento de cariño o afectividad entre ambos, incluso de melancolía. Es decir, que las formas frías aparecen dotadas de humanidad.

Chirico representa en este lienzo a dos personajes pertenecientes a la literatura clásica como son Héctor y Andrómaca. Héctor es uno de los personajes principales del poema homérico de la Ilíada, una obra épica de la literatura clásica cuyos temas principales son el amor y la guerra.
La obra recoge el momento en que Héctor regresa a casa para despedirse de su fiel esposa Andrómaca antes de salir al campo de batalla a luchar contra Aquiles en la famosa guerra de Troya.

La técnica pictórica elegida por el autor en este caso es el óleo, utilizando el lienzo como soporte para llevarlo a cabo.

DATOS DEL AUTOR



Giorgio de Chirico (1888-1978), pintor italiano de origen griego, creador del movimiento metafísico junto a Carlo Carra.

Nació en Volos, Grecia. Estudió arte en Atenas y en Munich, muy influenciado por las obras
del pintor romántico suizo Arnold Böcklin.
Se instaló en Paris el año 1911, donde comenzó a pintar los enigmáticos paisajes que le dieron
fama, como Plaza de Roma (1913, colección particular, Milán) y Misterio y melancolía de una calle (1914, colección particular, Connecticut).

Sus primeras obras, con sencillos recursos de perspectiva e intenso cromatismo onírico, nos trasladan a través de un acentuado claro-oscuro a un universo desolado de angustioso vacío existencial no exento de oscura poesía. En Ferrara en 1915, de Chirico trabó amistad con el pintor futurista Carlo Carrà; con quien funda la revista Pintura Metafísica en 1920.
Los extraños maniquíes de sastre y sus naturalezas muertas en las que objetos, que no tenían ningún tipo de relación entre sí, se encontraban envueltos en atmósferas alucinadas, ilustrando brillantemente la famosa fórmula de Lautremont tan celebrada por André Bretón y los pintores surrealistas (Las musas inquietantes, de 1917).

Pintores como Tanguy, Dalí o Máx. Ernst fueron muy influenciados por el arte de Chirico entre 1925 y 1935. Por esa época regreso a Italia donde su estilo cambió radicalmente, adoptando una técnica de dibujo de inspiración tradicional y de corte academicista, centrando su trabajo, fundamentalmente, en el retrato.

Actualmente se considera una de las mayores influencias sobre el movimiento surrealista.

TRATAMIENTO

Chirico Utiliza en este cuadro una pincelada larga, homogénea y acabada, que marca y define muy bien los diferentes perfiles y formas que forman parte de la imagen, como puede observarse en las piernas de los maniquíes o las paredes de los dos bloques arquitectónicos que se encuentran tras ellos.

Con esta pincelada larga y uniforme Chirico se desliza suavemente por el lienzo marcando formas con un trazo prieto y compacto que incluso da sensación de movimiento en las figuras representadas.

Como puede observarse, la textura del cuadro es lisa y de tratamiento uniforme, dotando tanto a la línea, como al color de una claridad y definición remarcables. Predomina la textura mate en todo el lienzo, aunque en ciertos puntos como la luz amarilla que aparece en el horizonte o en la pierna izquierda del maniquí situado en el lado izquierdo que representa a Héctor.

La línea es clara y bien definida. Esta línea de contorno es la que perfila las diferentes figuras y enmarca sus diferentes formas y tonalidades.

LA LUZ Y LA SOMBRA

La obra presenta dos focos de luz. El principal es el de mayor intensidad, procede del lado superior derecho y parece simular la luz del sol. Pero también existe otro foco de luz que procede de un segundo plano situado a las espaldas de los personajes consistente en una franja horizontal de luz amarilla que contrasta con la oscuridad de ese plano y que parece insinuar un extraño amanecer. Este “juego de luces” reviste a la obra de ciertos contrastes que, sin duda, la enriquecen remarcando sus volúmenes y dotándola de una mayor expresividad.

La luz emitida por el foco principal produce ciertas sombras apreciables mayormente en el lado izquierdo donde apenas puede llegar la luz (rostro de Héctor), así como en la proyección en el suelo de las construcciones arquitectónicas situadas a la derecha. Dichas sombras, por tanto, se proyectan en el suelo de derecha a izquierda, dotando a la obra de una cierta realidad espacio-perceptiva.

El efecto lumínico resultante es de carácter teatral ya que las luces son muy intensas para remarcar el carácter expresivo o dramático de la obra.

EL COLOR

En esta obra predomina una gama de colores cálidos como amarillos, naranjas, rojos, y marrones que contrastan con el fondo frío de color gris verdoso. Esta oposición del tono verdoso del fondo con el rojo predominante rompe la armonía cromática de la obra creando un sentimiento amenazante de gran intensidad, en especial en lo referido a esa bruma oscura a modo de nebulosa.

El color, rellena los espacios perfilados por las líneas y dotan de volumen a las figuras realizando una amplia gama de tonalidades dentro de cada color que vienen dadas por los contrastes de luz y sombra. Y es a través del color como Chirico consigue dotar de vida a estas figuras de formas rígidas y geométricas.

EL ESPACIO


En la obra pueden observarse varios niveles de profundidad o varios planos. Aparece un primer plano donde aparecen de pie ambos maniquíes junto con sus soportes de madera. Un segundo plano aparece detrás de éstos y se encuentran delimitados por dos elementos arquitectónicos verticales situados uno a cada lado y a diferentes distancias entre uno y otro con respecto a los maniquíes; uno se encuentra justo detrás de ellos y el otro algo más atrás, permaneciendo más lejano en el especio. Y, por último, un tercer plano lo compone una misteriosa bruma espesa situada al fondo de las figuras y de la obra en sí y que presenta en su parte inferior una franja horizontal de color amarillo queda sensación de atmósfera al ambiente. ¿Espacio Plástico o escenográfico?

Chirico utiliza como sistema de representación una perspectiva cónica. Las líneas de fuga deberían coincidir con la línea de tierra pero en este caso están algo más arriba y esto se debe a que las masas que aparecen entre lo arquitectónico y lo geológico están inclinadas creando cierta tensión.

Chirico trata de representar la realidad Tridimensional utilizando un espacio escenográfico.

El plano utilizado es un plano general, puesto que no sólo aparecen las figuras, sino que puede observarse un paisaje al que también se le da importancia pese al protagonismo de dichas figuras que son las protagonistas de dicho plano.
Por último, señalar que se trata de un ángulo de visión medio, porque las figuras aparecen como si las estuviéramos mirando desde la altura de nuestros ojos.